Carta al viento (¿Tercera Parte?)

Ha sido por casualidad que se acordó de ella. Buscando otra cosa en un cajón encontró los pedazos de aquella carta. No pudo evitar la sonrisa que asomó a su rostro, como tampoco pudo evitar cogerla y volver a leerla. Mientras sus ojos iban recorriendo las palabras escritas iba recordando todo lo que había sucedido años atrás. No es que le importase ya, había continuado su vida sin ningún problema y hacía mucho tiempo que había dejado de pensar en ella, pero para cuando leyó la última frase una lágrima luchaba por mojar su mejilla.

Tarareando alguna estúpida canción que seguro que alguna vez significó algo importante para ambos, pegó con cuidado y esmero los trozos de aquella carta. A partir de ahora la guardaría en algún lugar seguro, olvidadizo, oscuro y cálido, para que en algún otro día inesperado, o cuando la voluntad flaquease, pudiera coger de nuevo esta carta y recordara que en algún momento de su vida significó lo suficiente para alguien como para que le escribieran. Mientras hacía esto sentía que en algún otro rincón del planeta, guardada a buen recaudo, la carta que él un día escribió también espera. Ambas cartas quedarían para la posteridad, como un recuerdo especial, algo que algún día, cuando los años pesasen, pudiera ser recogido y leído y les recordara que en alguna parte del mundo alguien tiene la otra carta en su poder.

Ahora la carta está bien escondida. En su refugio, seguirá esperando esa contestación que ya nunca llegará. Con la mirada perdida en el infinito se pregunta qué ocurrió cuando ella escuchó el mensaje que le dejó en el contestador. Quizás nunca llegó a escucharlo. Quizás el contestador se tragó el mensaje. Quizás ella aún no haya aprendido a manejarlo. Quizás no quisiera contestarle. Quizás no hubiera contestación. Quizás simplemente no entendiera.

Pero eso no importa ya. Pertenece al pasado.