Ángeles y Dioses

-¿Dónde estoy?

-Has vuelto a casa.

-¿Quién eres?

-¿No sabes quién soy? Soy tu peor enemigo, tu pesadilla, tu dios, tu odio eterno. El que te ha hecho sufrir toda tu vida. Todas tus vidas.

-No lo entiendo…

-Déjame abrir tu memoria y enseñarte tus propios recuerdos. Dime, ¿tampoco recuerdas quién eres?

-¿Quién soy?

-Fuiste un ángel en la corte celestial. El único ángel que nunca se dignó a reconocer la superioridad de su dios. El único ángel capaz de hacerle frente. El ángel a quien más amaba. El único que no se doblegó ante el poder supremo.

-¿Ese fui?

-Pero aun siendo el ángel más poderoso, no fuiste lo suficiente como para hacerme frente. Y al rechazarme, tuve que imponerte un castigo.

-¿Qué castigo?

-Te maldije, maldije tu condición de inmortal y te hice reencarnarte por el resto de los tiempos en seres mortales que vivieran en la Tierra. Maldije tu poder angelical y te condené a vagar inútil por la Tierra. Maldije tu felicidad y te separé del amor. Toda persona que te importase en vida sería desterrada de tu lado, sería alejada de tí. Y si eso no bastaba, en su interior crecería el mismo odio que me tenías a mi, hasta que no pudieras aguantarlo más y tú mismo te alejaras de ellos. Te condené a la soledad, a la oscuridad, al dolor. Porque con tu dolor el mio se mitigaba. Mi despecho sería menor al verte a ti despechado.

-¿Por qué?

-Te ofrecí ser mi mano derecha, te regalé poderes que nunca hubieras podido soñar, quise compartir mi mundo contigo… Pero nunca quisiste reconocer que yo tenía el control. Que todo estaba bajo mi mando. Tenía que demostrarlo.

-Sufrí… sufrí en todas esas vidas y no te importó. No quisiste pararlo. ¿Cuántas veces te suplicaría porque terminara el suplicio? Pero detrás de esa vida había otra y otra y todas igual de tristes.

-Tengo que pedirte perdón por algo.

-¿Por mi dolor?

-Por algo más que tu dolor. Tengo que pedirte perdón porque en el fondo tenías razón. No era el más poderoso. No soy omnisciente. No soy omnipotente. Soy un dios cautivo de sus propios deseos. Mi propio poder es una jaula que se cierra sobre mi y me inmoviliza, me ata.

-Pero eres dios… todo lo puedes.

-Hay algo que no puedo. Algo de lo que me arrepentí, pero no puedo dar marcha atrás. No puedo quitarte las maldiciones, no puedo deshacer lo que hice, no puedo frenar tu dolor…