Entre vaso y vaso

-Dile al camarero que me de otra de estas. Aún sigo recordando.

-¿De qué te servirá olvidar esta noche si mañana cuando despiertes todo seguirá igual?

-Mañana la resaca me habrá matado.

-¿Por qué no le dijiste nada?

-¿Y amargarlo? No, gracias. Él es feliz amándola. Yo seguiré sonriéndole y animándole a ser feliz.

-Eres una cobarde.

-Eso ya lo sabía.

-Sigo pensando que tiene derecho a saber que le quieres.

-No, no le quiero. Estoy loca por él. Por eso no quiero decírselo. No quiero que se aleje. No quiero agobiarlo.

-No vas a decirle nada, ¿verdad?

-Tú tampoco.

-No pensaba hacerlo. Eres tú la que tiene que dar el paso.

-Entonces estamos en paz.

-¿Y si él también te quisiera? ¿Pero piensa que tú quieres a otro?

-Si quisiera haber mirado me hubiera visto detrás suya. No es que no lo sepa, es que no quiere saberlo.

-Quizás sea otro cobarde.

-No. Simplemente no me quiere… así.

-No te termines el vaso. No será esta noche cuando lo superes. Vamos, te llevo a casa.

-Eres un cielo. Siempre ahi, aguantándome. Pero hoy no puedes ayudarme.

-Ya te lo he dicho miles de veces. Cuando todos los demás te fallen me tendrás ahi. No dejaré que envejezcas sola en una casa enorme llena de gatos.

-Y espantando niños.

-Y espantando niños. Venga ya, vales mucho más. Si no ha querido darse cuenta de lo que tenía a mano, allá él.

-Y si él no me quiso, ¿por qué iba a quererme otro?

-Yo te quiero.

-Eso lo dices porque estoy a dos tragos del coma etílico.

-Es posible. O porque sé que no me creerías. Y que mañana no te acordarás.

-No jodas…

-Tú misma lo dijiste. Siempre estoy ahi. ¿Por qué iba a aguantarte si no?

-Porque estás casi tan loco como yo.

-También es posible.

-Deja, ya pago yo por ti.

-Sabes que no te quiero…

-Nunca es tarde para cambiar de opinión.

-No podría olvidarlo…

-Eso mismo dijiste del anterior.

-Tenía que haberme enamorado de ti desde el principio.

-Entonces yo me habría enamorado de otra. Vamos.