Ella

Era ella. Exactamente igual que todos los días. Quedó paralizada mirando aquella imagen. Llevaba años viéndola en los espejos, todos los días, al lavarse la cara por la mañana, al desmaquillarse por la noche, al pararse en los escaparates, en el ascensor, en todas partes. Pero realmente nunca se había parado a mirarla.

Era ella. Tal y como había sido siempre. Pero esta vez había algo diferente. Mientras se miraba, empezó a recordar años atrás a aquella niña que, como todas las niñas, montaba castillos con una baraja y soñaba con un príncipe azul que llegaría en su blanco corcel para reinar juntos en un castillo de chocolate. Aquella niña que sabía exactamente lo que quería hacer, lo que quería ser y cómo lo quería. Aquella niña que sabía que al final acabaría siendo algo totalmente distinto a lo que soñaba, pero que se conformaba con eso, con soñar.

Era ella y no era ella. Mientras se lavaba la cara empezó a recordar todos los sueños que había soñado con hacer algún día. Se sorprendió a si misma descubriendo que hasta el detalle más insignificante, había sido capaz de añadirlo a su vida. Se sorprendió al descubrir que se había convertido en lo que siempre había envidiado.

Era ella. Justo tal y como había soñado siempre.

Cerró el grifo y cogió la toalla. Mientras se miraba otra vez al espejo para peinarse, no pudo evitar que una sonrisa cruzase su rostro. Había ganado. Ahora, era ella.