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“It isn’ t fair, but nobody said it would be fair…”
La Luna empezaba a palidecer al ver asomarse al Sol. La noche estaba acabando y ambos sabían que la historia terminaría aquí, pero aún no se movían. Seguían agarrados, deseando que el tiempo se parase en aquel momento, que no tuviera fin. Era inútil seguir fingiendo, los dos sabían que no podían alargar más la situación, que el siguiente beso sería el último. Sin embargo, ninguno de los dos hizo ningún gesto.
Las estrellas se habían apagado hacía tiempo y el amanecer tenía una tonalidad rosácea. Los primeros pájaros madrugadores ya comenzaban sus juguetones vuelos por encima de sus cabezas, pero ellos aún seguían sin moverse, intentando recoger en su memoria cada segundo, cada instante, cada momento.
Pero la despedida se hace inminente. El último beso, la última caricia,… duelen más por saber que son las últimas. Pero también son más intensas. El último “te quiero” susurrado a su oido. La última mirada y se separan.
La historia ha terminado.