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Siempre es sólo un momento
Soñé que estabas conmigo. Soñé que mis labios sabían encontrar el camino hacia los tuyos. Soñé que jurabas defender por siempre la constelación de mi pecho. Soñé que tus dedos se enredaban en mi pelo. Soñé que tu susurro nacía en mi oreja y llenaba la habitación. Soñé que una lágrima tuya caía en mi vientre, recordando el tiempo perdido en dudas y juegos. Soñé que temblaba abrazada a ti mientras contábamos estrellas. Soñé que besaba tus párpados cerrados. Soñé que tu dedo dibujaba mi cara. Soñé que el tiempo no existía, que éramos los únicos habitantes del mundo. Soñé que prometías estar a mi lado siempre. Soñé que era feliz.
Y cuando desperté abrazada a una almoahada llena de lágrimas, no pude menos que gritar mi rabia. Y pensar que, si no estás ahora aquí conmigo, es sencillamente, porque no quieres.