Y seguir escribiendo…

Estaba tirada en la cama, con el cuaderno entre sus manos. Pasaba las hojas lentamente, sopesando cuidadosamente lo que estaba escrito. No había salido una historia mala. Al contrario, aunque mientras la escribía había llegado a pensar que era extraordinariamente vulgar y aburrida, tenía esos pequeños detalles que hacían que mereciera la pena. Leyendo algunos pasajes se había puesto nostálgica, pensando que podría haberlos escrito de alguna otra manera. Con otros, en cambio, se dio cuenta de que la historia no podría haber ido por mejor camino.

Al fin llegó a la última página escrita. Aún quedaban muchas hojas en blanco a la derecha, sin escribir. Sin embargo no estaba segura de si continuaría la historia. Si no volviera a escribir, esos últimos párrafos quedarían como el final feliz que siempre quiso escribir. Si seguía escribiendo corría el peligro de volver a torcer el argumento y no poder arreglarlo satisfactoriamente después.

Debió ser su espíritu aventurero el que le hizo volver a empuñar el bolígrafo, y después de meditar un poco, empezar un nuevo capítulo en la historia. Puede que estuviera sacrificando a sus personajes, pero dejar de escribir no significa en absoluto que después del final no ocurran cosas. Simplemente, que no se cuentan.

🙂

😛