on
Ángel
Ella se sienta a su lado y juguetea con los botones de su camisa durante un rato. Él la mira subyugado.
-Eres como un ángel.-su risa resuena limpia y un escalofrío cálido le recorre todo el cuerpo.
-Puede que lo sea.
-¿Y qué haría un ángel aquí conmigo?
-¿Por qué no podría un ángel estar aquí contigo?
-Porque si yo fuese dios y todos los ángeles fuesen la mitad de bellos que tú, no querría que se separasen de mi ni un solo instante.
-¿Y si los ángeles no quisieran estar con dios?
-Les obligaría a querer estar conmigo. ¡Soy dios!
Ella ha parado de jugar con los botones y le mira serio. Sigue siendo bella, pero ahora hay algo que ha cambiado en su mirada.
-No puedes obligar a nadie a quererte. Ni siquiera si eres dios.- ella levanta la mirada y sigue hablando
Te contaré una historia que ocurrió no hace tanto tiempo, aunque si lo contamos en vidas humanas, fue hace mucho tiempo.
Esto ocurrió en el Paraíso, cuando el mundo de los humanos aún ni siquiera estaba formado. Dios tenía muchas ideas en la cabeza y empezó a esculpir ángeles dando forma a aquellas ideas. Cada idea le inspiraba un ángel y cuando el ángel cobraba vida, él le concedía el don de aquella idea. De esta forma nacieron muchos de los ángeles que hay hoy en día: Generosidad, Esperanza, Alegría, Satisfacción, Gula, Amabilidad,… todos ellos eran buenos ángeles, y Dios estaba contento con todos ellos. Le querían, le admiraban y le hacían sentirse orgulloso. Algunas veces invitaba a alguno a sus estancias para pasar el rato y ellos eran felices con aquellos momentos de exclusividad.
Pero Dios estaba tan ocupado con sus creaciones que no se percató de que entre ellos empezó a surgir la rivalidad. Dios no podía estar con todos a la vez, y algunos empezaron a sentirse desplazados. Cuando una de sus creaciones se rebeló contra su idea y adoptó el don de la envidia, Dios supo que tenía que hacer algo para distraer a sus ángeles y creó a Lujuria.
Lujuria era un ángel hermoso y atractivo, casi tanto como Dios. Era agradable y pronto supo entretener al resto de los ángeles mientras Dios se dedicaba a sus creaciones. En aquella época nacieron ángeles como Belleza y Ociosidad, que ayudaron muchas veces a Lujuria a entretener a los ángeles. Pero incluso de esto se acabaron cansando los ángeles y Dios supo que no era suficiente. Entonces fue cuando creó el mundo de los humanos, esperando así poder entretenerlos eternamente. Todos los ángeles contribuyeron a la creación de este mundo y Dios pudo al fin descansar. Los ángeles eran felices y él era feliz con sus creaciones.
Hasta entonces, Envidia había permanecido en sus estancias, apartado del resto de los ángeles. Y Envidia no era feliz. Quería ser uno más, quería poder participar también en el mundo de los humanos y participar en las orgías de Lujuria, Belleza y Ociosidad. Dios comprendió que no era culpa de Envidia el tener aquel don, que era culpa de él mismo por no haberse percatado de lo que ocurría. Así que creó a un ángel capaz de contrarrestar a Envidia y que pudiera mantener a todos los ángeles unidos de una vez por todas. Fue entonces cuando nació Amor.
Amor fue su mayor creación, o eso dicen. Caminó de la mano con Envidia por todo el Paraíso y parte de la Tierra. Juntos participaron en la creación del mundo de los humanos y en las orgías de Lujuria, Belleza y Ociosidad. Dios estaba contento.
Pero había dos ángeles que pronto empezaron a apartarse del resto. Lujuria encontró en Amor una comprensión y un cariño que el resto de los ángeles no eran capaces de darle. Y Amor encontró en Lujuria la chuspa que le faltaba a su don. Todos sabían de su romance menos Dios, que seguía encerrado en su Torre de Marfil, creando nuevos ángeles. Lujuria dejó de atender las orgías y Amor dejó de unir a sus hermanos.
Desde el principio, Dios les había prohibido procrear entre ellos, para evitar que el libre albedrío que poseían destruyera el frágil equilibrio sobre el que se sustentaba el universo. Pero Lujuria y Amor no quisieron evitar tener descendencia, que adoptó el don de la Mentira. Para ocultarlo a los ojos de Dios, llevaron a Mentira al mundo de los humanos y durante muchos años, nadie se dió cuenta de su existencia. Pero Envidia, solo en el Paraíso, unió a algunos ángeles empezaron a recelar de aquella relación. Un día, Dios llamó a Lujuria para que acudiera a su presencia. Pero éste yacía en aquel momento con Amor y no quiso acudir. Dios quiso averigüar qué era aquello más importante que él mismo y Envidia y Belleza acudieron y le contaron toda la historia. Consternado, Dios reunió a sus ángeles en las puertas de su morada y les obligó a confesar.
Lujuria y Amor negaron todo lo ocurrido, pero a Dios le bastó una mirada a Amor para saber que llevaba un hijo dentro de sí y miró más allá y descubrió a Mentira en el mundo de los humanos y enfureció. Maldijo aquel retoño y ordenó a Lujuria que abandonara para siempre el Paraíso. Su misión en la Tierra sería cuidar de Mentira y evitar que se esparciese aún más entre los humanos. Ordenó encerrar a Envidia bajo setenta y siete puertas blindadas, pero Envidia huyó al mundo de los humanos, donde sabía que Dios no podría alcanzarle.
Cuando nació el hijo de Amor y Envidia, adoptó el don del Dolor. Amor, temerosa de que Dios también quisiera encerrarlo, lo envió al mundo de los humanos para que buscase a su hermana Mentira y a su padre Lujuria para que ellos le cuidasen. Luego, intentó hablar con Dios para despertar en él el amor que debía sentir por todos sus ángeles. Cuando Dios se enteró de aquello, maldijo a Amor a estar siempre rodeada de Mentira y Dolor cuando Lujuria estuviera cerca y le cerró las puertas del Paraíso. Sólo podría regresar una vez al año para unir a sus hermanos en amor y cariño.
Amor vagó durante muchos años regresando siempre en aquella fecha para unir a sus hermanos, a quienes también quería. Cada vez que se encontraba con Lujuria, Mentira y Dolor aparecían, obligándoles a separarse una y otra vez. Envidia siempre siguió a Amor de cerca en secreto, siempre intentando separarla de Lujuria, pero no pudo evitar que yaciesen juntos otra vez, entre Dolor y Mentira, quedando Amor una vez más preñada.
Belleza había quedado envenenada por la envidia y decidió acudir a buscar a Lujuria, pues no podía permitir que Amor viviera con él. Cuando Amor vió a Lujuria y a Belleza juntos, sintió también a Envidia y nunca más quiso volver a saber nada más de Lujuria. Culpó a Envidia y cuando nació su hija, adoptó el don de la Tristeza. Abandonado por Amor, Lujuria se apoyó en Belleza y juntos recorren el mundo de los humanos.
Sabiendo esto, en uno de sus viajes al Paraíso, Dios le concedió en secreto a Amor el don de la Comprensión, siendo así Amor el único ángel con dos dones. Le presentó a Compasión, un ángel de creación reciente que le ayudaría en su destierro. Por eso Amor siempre va acompañado de Compasión y es capaz de comprender situaciones que otros muchos ángeles no entenderían.
A pesar de todo, aún hoy, cuando Lujuria tropieza con Amor, aparecen Mentira, Dolor, Tristeza y Envidia para separarles.
-Es cruel.
-Dios se deshizo de sus dos ángeles más hermosos porque no podía soportar que quisieran estar antes juntos que con él.
-¿Y nunca más fueron felices Amor y Lujuria?
-Amor ya sabe que Envidia le sigue y sabe que Lujuria sólo está con Belleza porque Amor no está con él. Pero siente compasión y prefiere dejar a Lujuria con Belleza y que Dolor, Tristeza y Mentira estén lejos, a que Lujuria sufra. Y perdona a Dios, porque sabe que en el fondo, siente vacío al no tener Amor con él.
-¿Y cómo sabes tú eso?
-Ya te dije, que quizás yo fuese un ángel.