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Eternamente
-Entonces me dejarás morir sin que te importe lo más mínimo.
-Claro que me importa.
-¡Pues si te importa, demuéstramelo! ¡Demuéstrame que no fui sólo uno más!
-Esa no es la manera. Precisamente porque eres importante para mi, no puedo dártelo.
-Dejarás que me siga arrugando, que mis músculos se atrofien, que mis manos tiemblen, que mi cabeza cada vez recuerde menos…
-La alternativa no es mucho mejor.
-Déjame al menos intentarlo.
-No sabes de lo que hablas. Si pudiera, me cambiaría por tí.
-Dices eso porque sabes que no puedes cambiarte por mí.
-Por favor, créeme. ¿Crees que esto es fácil para mi? Yo seré quien te vea degradarte, quien te cuide en tu vejez, quien llore tu muerte, quien te añore después.
-Lo que quieres es que nadie te haga sombra.
-No sabes lo equivocado que estás. He visto esto muchas veces. El tiempo lo vence todo. ¿Cuánto crees que tardaríamos en pelearnos? ¿Un día, un año, un siglo? ¿Y después?
-Después llega la reconciliación.
-No siempre llega. Por favor, confía en mi. No podría salir bien. El amor no es eterno, la única esperanza es morir antes de que termine.
-Me estás matando.
-No, no digas eso. Solo que prefiero recordarte como ahora, pensar que todo pudo salir bien…
-Si quieres que salga bien, tendrás que arriesgarte.
-¿De verdad quieres ser inmortal?
-Sí.
-¿Aunque sepas que nunca más habrá marcha atrás?
-Sí.
-¿Aunque sepas que acabaremos peleándonos y quien sabe si, torturándonos el uno al otro?
-Sí.
-¿Aunque sepas que al final lo único que sentirás será la soledad, porque será lo único que permanezca día tras día?
-Sí.
-Eres muy egoísta.
-No, tú eres egoísta. Quieres la inmortalidad sólo para tí.
-No puedo hacerlo. No puedo hacerte eso.
-Entonces vete.
-¿Vete?
-Sí, vete. No quiero verte más. Ya no.
-Te arrepentirás.
-Tú también. Yo al menos moriré, pero tú tendrás toda la eternidad para arrepentirte.