Ya he estado aquí antes

Esto me lo conozco. Sé a dónde lleva el camino. He estado aquí antes. En otro tiempo, con otras personas. En otras circunstancias. Pero ya he pasado por aquí. Reconozco cada curva, cada piedra. El olor sigue siendo el mismo. Y me invade la nostalgia recordando lo bien que lo pasamos, lo divertido que fue.

Y tengo miedo del camino.

La primera vez pudimos echarle la culpa a la inocencia, a la ignorancia. A no saber las consecuencias de nuestros actos. Porque si el camino parece bueno, ¿quién puede pensar que esconde una trampa detrás? Fuimos estúpidos de no saber preveer que el humano es egoísta y siempre lo será. Que nunca podremos llegar al final, porque no existe un final.

Ahora sabemos a dónde va a parar. No tenemos excusa.

Por eso hacemos un alto. Tenemos que detenernos y pensar en qué hacer a continuación. ¿Hacia delante o hacia detrás? Ambos caminos se ven bien iluminados. Nada te hace pensar que delante haya monstruos infernales.

Pero atrás ya hemos estado y no llevaba a ninguna parte.

Nos miramos en silencio, hemos comprendido que ha llegado el momento en que cada uno busque su propia fortuna. El primero de nosotros huye hacia delante, esperando encontrar algún desvío que le salve del peligro. El segundo de nosotros parte hacia atrás, pensando en asentarse en algún sitio conocido. Los otros tres se dirigen a la espesura, dejando el camino y construyendo su propio destino.

Yo aún sigo sentada, esperando, sin saber muy bien a dónde ir. Quizás simplemente me quede aquí.