Una historia cualquiera

Recuerdo con perfecta claridad nuestro primer encuentro. Bueno, decir esto es un poco estúpido. Realmente no he olvidado ninguno de los momentos que hemos estado juntos. Fue en una gran manifestación. Iba en un grupo más grande, ruidoso, que llevaba banderas y pancartas. Casi bailando, corriendo y saltando, lo mismo aparecían en un extremo que en el otro. En un momento, él y dos de sus amigos se subieron a una estatua y empezaron a cantar, riendo y marcando peligrosamente el compás alrededor de la cabeza de mármol.

Es sólo un juego…

El tic tac del reloj sigue sonando pero pareces no darte cuenta. Totalmente abstraído, miras fijamente el tablero. Me encanta cuando te concentras, esos ojos oscuros escudriñando el tablero, esos labios moviéndose rápidamente como contando los siguientes movimientos. Apoyas tu mejilla en tu mano semicerrada y con la otra dibujas pequeños círculos alrededor de las piezas capturadas. De pronto paras, mueves con firmeza la mano, casi acariciando la pieza, la dejas caer en su casilla.

Siempre es sólo un momento

Soñé que estabas conmigo. Soñé que mis labios sabían encontrar el camino hacia los tuyos. Soñé que jurabas defender por siempre la constelación de mi pecho. Soñé que tus dedos se enredaban en mi pelo. Soñé que tu susurro nacía en mi oreja y llenaba la habitación. Soñé que una lágrima tuya caía en mi vientre, recordando el tiempo perdido en dudas y juegos. Soñé que temblaba abrazada a ti mientras contábamos estrellas.

Último hombre

Luces. Bienvenidos al Refugio. Soy el último hombre de la Tierra. Rey y dueño de todo. Pero condenado irremisiblemente a la tristeza y la soledad. Esta grabación está preparada para activarse, si mis cálculos son correctos, cuando se abra la última puerta que da paso a esta sala, diseñado para que sólo un ser inteligente pueda llegar hasta aquí. Supongo que antes de llegar hasta este momento habréis estudiado algo de nuestro pasado y de nosotros mismos por nuestras ruinas y por los códices que hemos dejado en todo el planeta, así que no creo que vaya a decir nada que no sepáis.

Cayeron mis alas y yo no me rendí…

-¿De verdad pensabas saltar? -Sí -¿Por qué? -Quería saber si estarías allí para cogerme.

Once upon a time

Ella seguía esperando a su príncipe azul. Peinaba su larga cabellera y la adornaba todas las mañanas con lindas flores que no llegaban al anochecer. Vestía delicados trajes que dejaban entrever las formas, ya cansadas, de su cuerpo. Tenía cuidado de ocultar con maquillaje las pequeñas arrugas que se esforzaban por salir en su rostro. Se recostaba en la cama de dosel y esperaba, esperaba. Todos los días limpiaba el castillo, sobre todo la alta torre donde vivía, para que cuando llegara el príncipe no equivocara el camino.

Contradicciones

Discutir por pequeños detalles. Fingir cuando regales algo horrible. Que me quites la manta cuando hace frío. Que me la tires encima cuando hace calor. Despertarme sobresaltada cuando tus manos o pies frios me rocen. Aguantar tus malos días. Reirme de tus chistes malos. Enfadarme cuando me hagas esperar. Escucharte cuando cuentes algo aburrido. Comer con tus padres. Pasar vergüenza cuando te emborrachas. Ver cómo la cerveza se va acumulando en tu barriga.

Helado

Sé que llegará el día que te alejes para no volver. Pero hasta entonces, seguiré disfrutando de la ventaja que tengo sobre el resto de las mortales. Me siento torpe, con el helado entre mis manos, mientras veo cómo tu boca se va deslizando, cuidando que no resbale nada fuera del cucurucho. Mordisqueas, tu lengua acaricia con delicadeza, se nota que estás disfrutando, con algo tan simple como un helado, mientras paseamos por la playa.

He vuelto

Hay un cuento que es famoso por ser el más corto de la lengua castellana: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.” Yo tengo uno aún más corto: “-He vuelto.”

Un pequeño descubrimiento

Por fin, después de tantos largos años de investigación, lo ha conseguido. Ver la trayectoria de un electrón con tanta claridad, tan de cerca. Al fin podrá aspirar a no depender de estúpidas ayudas del gobierno. Con el dinero que le reportará este avance, podrá investigar como siempre quiso, sin presiones. Juega un rato con sus pequeños electrones. Les aplica voltajes que los atraen y los repelen, les pone metales para que circulen rápidamente por ellos, aislantes contra los que chocan,… Le encanta observar cómo, aunque individualmente cada electrón pueda presentar un comportamiento casi azaroso, en conjunto siempre puede predecirse qué harán.