Traficando almas

-Quiero vender mi alma.

-Eso me han dicho.

-Pon las condiciones.

-Espera, no vayas tan rápido. Eres un caso curioso, déjame hacerte antes un par de preguntas.

-¿Caso curioso?

-Sí. Hasta ahora siempre había buscado personas avariciosas, egoístas, siquiera envidiosas. Pero en tí no consigo detectar ninguna de las tres cosas. ¿Por qué quieres vender tu alma?

-Quiero venderla a cambio de que todos sean felices.

-Una petición extraña… pero no me refería a eso. ¿Por qué quieres vender tu alma?

-No hay ningún dios dispuesto a hacernos felices. Y eres lo más cercano a dios que conozco.

-Pero habrás oido historias sobre la letra pequeña de mis contratos…

-No me importa lo que hagas con mi alma después. Tortúrame si quieres. Si es el precio estoy dispuesto.

-¿Sabes que tu alma sola vale más que todas las que poseo ahora mismo? Es un alma pura, intachable, un alma que nunca se ofrecería a un contrato… y mírate, estás aquí.

-¿Entonces trato hecho?

-Espera… No te precipites. Es un desperdicio vender tu alma y no conseguir tú un beneficio… ¿seguro que no quieres nada?

-Con lo que te pedí me basta.

-¿Y si te dijera que por el resto de la eternidad vas a estar sufriendo torturas infinitas?

-Incluso así. ¿Por qué no cierras ya el trato?

-Es una lástima que no esté a mi alcance cumplir lo que deseas. Tener tu alma sería para mi algo que no puedes ni imaginar. Pero tampoco cerraría el trato en ese caso.

-¿Por qué no?

-Soy negociante… pero no soy de hielo. Torturar tu alma por el resto de la eternidad sería una estupidez. Destrozar algo tan puro… No lo haría. Quizás te hiciera un trato especial.

-¿Especial?

-¿Por qué no? ¿Qué beneficio crees que saco yo torturando almas? ¿Placer? No… la mayoría de las leyendas que se murmuran sobre mi son falsas. Es cierto que compro almas pero no para malgastarlas en torturas. Prefiero que trabajen para mi.

-Entonces hubiera trabajado para ti…

-Probablemente. Pero no en el sentido en el que trabajan los demás. Porque tú serías incapaz de cumplir tus cometidos… Por eso hubiera sido tan importante comprar tu alma. Aunque desde el momento en que me pertenecieras ya no serías tú. Te hubieras corrompido. Y no, yo también os deseo lo mejor, no quisiera ser el culpable de la corrupción de tu alma.

-¿No firmas el contrato porque no puedes o porque no quieres?

-¿Cuál sería la diferencia?