Recuerda…

En recuerdo de todas aquellas personas que ya no pueden recordar.

Se está tan bien en esta butaca, aquí, cerca del fuego, amamantando a esta pequeña criatura que acaba de nacer. Es tan joven y frágil que da miedo hasta cogerla, parece como si se fuera a romper. Pero no se romperá, la agarro con fuerza, es mi pequeña, mi tercera hija, la niña de mis ojos…

No debería haberme quedado dormida. Podría haberseme caído… ¿y mi hija? No está. Oh, dios mio, se me ha caido y ahora ni siquiera la encuentro. No puede haber gateado es una recién nacida.

-¡Inmaculada! ¡Inmaculada! – tonta de mí, es un bebé, no sabe ni siquiera su nombre. La tenía en mis manos y ahora… ¡¡mis manos!! ¿que me ocurre? Están pálidas, arrugadas. ¿Qué me ocurre?

-¿Pasa algo?

-Mi niña, se me ha perdido la niña. Sofía, tienes que ayudarme a encontrar a la pequeña.

-No soy Sofía, abuela, soy Inmaculada. Tu nieta Inma, ¿recuerdas?

-¿Inma? – me cuesta trabajo pensar. Ahora que lo dice no, se parece a Sofía pero no es ella. Además, es más jovencita. ¿Qué…? ¿Quién es ese joven que se asoma a la puerta?

-¿Qué pasa?

-Nada, que la abuela cree que ha perdido alguna niña.

¿Por qué me miran todos con esa cara de lástima? ¿Por qué… abuela?

-Yo no soy tu abuela.

Más lástima, odio que me miren con lástima. Intento levantarme pero me lo impiden. Son más fuertes que yo.

-Tranquila, abuela, tranquila, estamos aquí. La niña está en el cuarto, durmiendo. Acabo de acostarla.

Al menos el chico parece comprenderme. Intercambia unas miradas con la chica. Ella no parece segura pero yo me tranquilizo. Él parece un buen hombre. Intento levantarme otra vez pero me lo vuelven a impedir.

-Quiero ver a Inma

-Inma soy yo, abuela, estoy bien, aquí contigo.

-Yo no soy tu abuela. ¡¡Suéltame!! Quiero que alguien me lo explique. Quiero a mi niña. ¿Qué le habéis hecho? ¡¡Sofía!! ¡¡Sofía!!

-Abuela… – el chico me llama también abuela. Ahora es cuando un escalofrío empieza a recorrerme. ¿Por qué me confunden? – ¿No recuerdas nada?

-¿Recordar? ¿El que?

Suspiros, más suspiros. Intercambian las miradas. La chica parece al borde de las lágrimas y levanta

-Explícaselo tú, yo no puedo más.

-Abuela, sufriste un accidente hace unos años y ahora te cuesta trabajo recordar. Tienes 78 años y somos tus nietos. Yo soy Antonio. Ella era Inma. Somos hijos de Sofía. No te preocupes, está todo bajo control.

-¿78 años? No… yo tengo 27. 27 años. Acabo de tener a Inma, quiero verla. ¿Qué le habéis hecho? ¿Qué me…? -mis manos… manos de vieja. Tengo 78 años. Me han robado mi vida. Y dentro de un rato ni siquiera recordaré que ya no soy capaz de recordar.