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No me beses
No me beses, por favor, no lo hagas. Lo sé, sé que lo estás deseando tanto como yo, que estos labios tan suaves al tacto de mis dedos son un manjar exquisito. No hay nada en este mundo que desee más que besarte y que me beses. Morder tus labios y recorrerlos con mi lengua. Pero no puedo. No debo. No quiero querer.
Me avergüenza confesarlo, pero no sería justo si no lo supieras. Supongo que esto es el principio de un adios, pero prefiero despedirte así a despedirte cuando te haya hecho daño. Sufro una adicción al sexo. No puedo evitarlo. De momento puedo contenerme, pero si me besas…
Si me besas, todo cambiará. Me convertiré en otra persona, alguien con quien desearías estar, alguien con quien compartirás los momentos más increíbles que te puedas imaginar. Abrirás la caja de Pandora y este ardor que me consume por dentro nos quemará a los dos. Por un tiempo podrás satisfacerme y seremos felices. Creerás que has llegado al paraíso. Descubrirás un mundo que no creías que existiera. Pero llegará un día en que no pueda controlarme y me encontraré besando otros labios. Y todo habrá terminado. Porque podrás perdonarme una y otra vez, pero se irá estropeando todo, hasta que no tenga remedio.
No puedo evitarlo, es mi maldición particular. Si me besas dejaré de ser yo. No me lo hagas más dificil, lo he intentado antes. Pero siempre, cuando llega este momento, cuando la relación llega al punto del contacto físico, la bestia que hay dentro de mí se desata y lo estropea todo. Es mi vergüenza, esta maldita adicción que me destroza y destroza todas las relaciones que intento construir. Me controla, no importa la fuerza de mis sentimientos, controlará mis movimientos y mis decisiones hasta que no haya vuelta atrás. La única forma de seguir adelante es no dando este paso. No me beses. No me beses, por favor. No puedes cambiarlo, nadie puede. Lo he intentado, pero es superior a mi.
No soy lo bastante fuerte, no me tientes. Si de verdad sientes algo por mi, no me beses. Por favor…