Recuerdo

Ayer te vi, como siempre, delante de la puerta del instituto. Al principio no me sorprendió, me pareció tan natural que sentí que el tiempo no había pasado, que no había ocurrido nada desde entonces. Y es curioso porque tenías exactamente la misma cara, a pesar de haber pasado tantos años. Me miraste, quizás porque yo te miraba, y me pareció ver que detrás de esa mirada, algo se encendía, no sé, quizás un recuerdo. Pero no dijiste nada, ningún gesto, y yo tampoco podía estar segura. No podías ser tú, era imposible. Y sin embargo lo eras.

Por un momento pensé en cruzar la calle y saludarte, con un poco de miedo de que fueras tan sólo una alucinación o un fantasma. Era imposible que estuvieras allí, como si el tiempo hubiera dado marcha atrás. Como si hubieras estado esperándome todo este tiempo.

Luego, un segundo antes de que nuestras miradas dejaran de cruzarse, lo comprendí. No eras tú, era tu hermano pequeño. Ese renacuajo que corría a tus pies mientras hablábamos de cosas importantes. Ahora ha crecido y es igual que tú entonces, yendo al mismo instituto, con el mismo porte y la misma mirada. Hablando de cosas importantes con chicas a las que no verá en mucho tiempo.

Ha sido bonito volverte a ver, aunque no fueras tú. ¿Qué habrá sido de tu vida?