Esperando el tren 3

La joven estudiante rompe el silencio tentativamente.

-Si lleva retraso, quizás no pare en la estación.

El ejecutivo se levanta nervioso y la mira frente a frente.

-Ah no, eso sí que no. El tren tiene que parar aquí. No puedo retrasarme más.

-Mi novia me está esperando en el altar. – añade el joven novio – Si el tren se retrasa y llego tarde, pensará que no quiero casarme con ella. Eso sería terrible – una mueca de dolor cruza su rostro.

-Llegará. – afirma, convencido, el hombre mayor. Pero el tiempo pasa y el tren no llega. La estudiante rompe de nuevo el silencio, como hablando a todos y a ninguno a la vez.

-Yo es la primera vez que cojo un tren. Voy a la Universidad – añade con una sonrisa -. Me dieron una beca para que pudiera estudiar. Pero si me retraso, quizás piensen que rechacé la beca.

-Si el tren se retrasa mucho más, no conseguiré ver a mi marido. – comenta la madre, que sigue con atenta mirada los movimientos de su hijo. – Lo destinarán a otro lugar y no lo veré más.

-Mis negocios… – murmura el ejecutivo – Si el tren se retrasa mucho más no habrá servido de nada todo lo que hice aquí. Todos mis negocios no valdrán nada. Estaré en la ruina.

-Es sólo un pequeño retraso.- el hombre mayor intenta calmar, conciliador. Pero ninguno le cree.