on
El perfume de la Dama de Noche
Ella nunca había destacado ni por su belleza ni por su inteligencia, siempre había sido una chica más del montón. Pero había algo en ella especial, algo que la hacía diferente al resto: su perfume.
Todas las noches, vestida con sus mejores trajes, salía a pasear ligeramente perfumada. Era un olor tan sutil, tan sugerente, tan delicioso, que nadie podía evitar mirarla al pasar. Se sabía que llegaba a una fiesta por el perfume que la precedía y siempre que abandonaba un lugar quedaba ese ligero toque que hacía que los que estaban allí tardaran en olvidarse de su presencia.
Cuentan que este olor no era algo natural. Se rumoreaba que había hecho un pacto con el diablo para conseguir estar tan bellamente perfumada. Pero lo cierto es que era un perfume que ella misma fabricaba con una planta que crecía en la parte trasera de su casa.
Fue una noche de principios de primavera, cuando conoció a su prometido. Él era un apuesto joven de la alta sociedad, exquisito hasta lo absurdo. Bastaron dos cruces de miradas para saber que estaban hechos el uno para el otro.
El idilio duró lo que duró el verano. Todos coincidían en que hacían una pareja bellísima, tan enamorados, tan hermosos los dos, tan maravillosos, tan correctos. Acudían juntos a las fiestas en toda la ciudad, paseando eternamente por las calles, llenas de envidiosos.
Jamás deberían haberse metido en aquel callejón. Algunos comentaron después que fue un momento en el que la lujuria les pudo, otros simplemente dijeron que todo fue culpa de la envidia que despertaban. Pasó rápido, apenas hubo tiempo de reaccionar. Nadie vió la navaja ni el atacante, simplemente una sombra que se abalanzó a robar la cartera y el sollozo posterior de la Dama de Noche.
Durante muchos años no volvió a saberse nada de ella, siempre hundida en el recuerdo perdido de su amado, encerrada en su casa. Una visita de sus antiguos compañeros de fiestas la encontraron sentada en la hamaca sin vida, vieja y sola, fría.
Hoy en día, en algunas noches de verano tardío, aún puede olerse el rastro de la Dama de Noche, que siempre acude a las mejores fiestas de la ciudad.