Ahogándose en su propia existencia
Hijas bastardas de Poseidón con sus amantes, repudiadas y perseguidas, deformes, híbridas estériles condenadas a vivir inmortalmente navegando las aguas. Pocas penas hay mayores que la de ser una sirena. Hubo un tiempo en el que fuimos perseguidas por los marineros y jugábamos con ellos a los amores imposibles. Pero cuando algunas de nosotras fueron capturadas para no volver nunca más decidimos ocultarnos del mundo y vivir aisladas, como nuestro padre nos ordenó en su día.
Alcanzar, al fin, todas las metas
Apenas acababa de recuperar el aliento cuando se paró a observar a su alrededor. Era curiosa esta sensación, la de haber llegado y sin embargo, no haberse movido. Llevaba toda su vida yendo de un lado para otro, imparable, inmutable, siempre buscando, siempre corriendo para llegar a no sabía dónde. Lo único de lo que estaba seguro era de que cuando llegara allí ya no tendría que seguir buscando, porque allí estarían todas las respuestas.
Farol de esquina
Se la puede ver, noche tras noche, bajo la titilante luz del farol. Ya casi pasa desapercibida, no suele llamar la atención de los rápidos transeúntes que pasan, ignorándola, o quizás lanzándole algún piropo. Pero eso a ella no le importa, porque espera, espera con toda la paciencia que los años le han enseñado a hilar en su multitudinaria soledad. Día tras día, va buscando unos labios que no encuentra, se refugia en los abrazos de desconocidos, que alimentan su ilusión y su estómago, para poder seguir buscando más tarde.
El terror
Una hoja en blanco ante sus ojos. Un bolígrafo sin capuchón en su mano. Miles de ideas y ninguna manera de expresarlas. No es que sienta miedo ante la hoja en blanco, simplemente siente terror. Sabe, porque lo ha vivido ya muchas veces, que en cuanto empiece a escribir las palabras fluirán solas por el papel, a veces incluso adelantándose a su propio pensamiento. Pero ahora mismo no es capaz. No hay manera de comenzar todo lo que tiene que decir, no sabe por dónde atacar.
Mudanzas
Al fin descubrió de dónde provenía el ruído: era otro gato, que se había colado debajo de su cama. No lo había visto nunca, pero eso no importaba. Sabía que si lo dejaba ahí pronto llegaría otro. Y luego otro más. Hasta que tomaran el control de su casa. Nadie había sido capaz de explicarle el porqué. Así que coge la maleta y comienza a llenarla una vez más. Lo hace ya de forma casi automática, esta demasiado acostumbrada.
Última batalla
-Sólo vine a despedirme. -¿Despedirte? -Mi cometido aquí terminó. -No puedes abandonarnos ahora. -¿Por qué no? Tú mismo me dijiste hace tiempo que no había esperanza. Que la guerra estaba perdida. -Y me convenciste de que no era cierto. Y nos demostraste que podíamos vencer. Sin ti volveríamos al fango del que salimos. El ejército te necesita. -Sólo necesita alguien que les guíe. Tú mismo puedes hacerlo. El truco está en aparentar confianza en el futuro.
Farol de esquina
Se la puede ver, noche tras noche, bajo la titilante luz del farol. Ya casi pasa desapercibida, no suele llamar la atención de los rápidos transeúntes que pasan, ignorándola, o quizás lanzándole algún piropo. Pero eso a ella no le importa, porque espera, espera con toda la paciencia que los años le han enseñado a hilar en su multitudinaria soledad. Día tras día, va buscando unos labios que no encuentra, se refugia en los abrazos de desconocidos, que alimentan su ilusión y su estómago, para poder seguir buscando más tarde.
Amnesia
Amnesia. Se hizo silencio después de la palabra, lo había dicho todo. Acababan de borrarse mil y un recuerdos de una vida. Era como si hubiera muerto. O más cruel aún, porque seguía ahi, como un bebé recién nacido, sabiendo cosas que no sabía por qué sabía. Sintiendo cosas que no entendía. Por un momento dudé si entrar en la habitación. Sabía que me encontraría con un extraño, con alguien que ni me conoce ni a quien sería capaz de reconocer.
Inevitablemente
Estaban hechos el uno para el otro desde incluso mucho antes de existir. Encajaban a la perfección, eran la pareja ideal. Juntos, nada podía ir mal. Tenían las mismas aficiones, los mismos gustos, estaban totalmente sincronizados. Parecían réplica exacta el uno del otro. </p Tras varios años de cruzarse sin verse fueron finalmente presentados por un amigo de amigos y tuvieron su primer encuentro. Él quedó sin habla al verla. Ella pensó que era un estúpido.
Lágrima
Cae muy lentamente, casi tan lentamente como se fue formando. Cristalina, fría, temblorosa y frágil, va surcando su cara, como queriendo consolarla con su suave caricia. La deja caer, no le importa que vaya marcando el camino con una débil señal de plata. Se para un instante en su mejilla, como queriendo decidir el camino a seguir. El movimiento de un leve sollozo la hace decidirse y cae, más rápidamente ahora, delineando su rostro.