Sangre VI y fin
Organizamos una fiesta. Me dediqué a recolectar la sangre más exquisita que pude encontrar y se las serví de todas las maneras que había aprendido a lo largo de mis años de convivencia con los vampiros. Fui la patrona perfecta, cuidando hasta el más mínimo detalle, preocupándome de la comodidad de todos ellos, alabando las horrendas vestimentas que habían elegido creyendo que dando más miedo serían más vampíricos. Esto, unido a mis pequeñas anécdotas medio inventadas que supe intercalar en la conversación, consiguió que me los fuera ganando.
Sangre V
Pero como todo, se acaba. La rutina, la costumbre, el estar siempre mirando la misma cara, todo se vuelve aburrido. Al principio nuestras separaciones eran breves, el tiempo de ir a buscar sangre fresca mientras el otro recogía la casa o estar en esquinas opuestas de una misma fiesta conociendo a gente diferente. Poco a poco se fueron alargando: ambos empezamos a viajar a lugares diferentes por tiempo indefinido. Sentí que la soledad que antes me oprimía era casi acogedora.
Sangre IV
Durante muchos años me dediqué a recorrer el mundo, volviendo a los lugares antes habitados por vampiros, intentando compensar los males causados. No volví a beber sangre humana nunca más y me negué a intimar con nadie. Cuando notaba que empezaba a apegarme a algún lugar rehacía mis maletas para desaparecer. Cuando conocía a alguien contaba tres meses y a continuación lo alejaba de mi vida. La soledad terminó por hacer mella en mí.
Sangre III
A partir de entonces, nuestra vida fue mucho más interesante. Descubrí que Lafftia no había sido la loca que todos me habían hecho creer. Muy al contrario, había llevado a cabo su personal campaña en contra de los vampiros. Hija de uno de sus mayores enemigos en épocas, la convirtieron a vampiresa como venganza siguiendo aquel dicho de tener cerca a tus amigos pero más cerca aún a tus enemigos. Pero en cuanto ella se vió con el poder para acabar con los vampiros, comenzó a exterminarlos.
Sangre II
Pronto me acostumbré a mi nueva vida como Selen de Mandrat. Salíamos todas las noches a buscar comida y luego volvíamos a encerrarnos en el castillo. Tardé meses en recorrerlo entero. Hoy en día, aún no estoy segura de conocerlo en todos sus rincones. Pero tampoco tardé demasiado en encontrarla. Estaba en un sótano, agarrada con pesados grilletes, abandonada completamente. Pocas veces recibía ninguna visita, era demasiado vergonzoso como para ir a visitarla.
Sangre
Corren muchas historias extrañas acerca de los vampiros, pero la mayoría de ellas no tienen ningún sentido. Dicen que los vampiros no pueden soportar la luz del día, ni las cruces, ni la plata y que la única manera de acabar con ellos es clavándoles una estaca. Son teorías absurdas dichas por gente que nunca ha visto uno de ellos. La única manera de matar a un vampiro es extrayéndole la poca sangre que le dejó el vampiro que lo convirtió.
El regalo
Fue el regalo más bonito que un hermano jamás regaló. El Universo por aquel entonces era pequeño y ellos eran jovenes. Le regaló el mundo, que había tallado piedra a piedra con todo el cariño que entonces le tenía. Para completar su obra, le propuso que entre ambos diseñasen los seres que habitarían en él. Y les llamaron sus hijos. Pero hubo un día en que los dos hermanos se pelearon.
La cigarra o la hormiga
“Y mientras la hormiga recogía comida para el duro invierno, la cigarra cantaba bajo la cálida luz del sol…” -Pobre hormiga. -¿Pobre? Si la cigarra muere durante el invierno. Ella sobrevive. -Sí, pero ¿cuánto ha vivido la cigarra y cuánto ha vivido la hormiga?
Monstruos bajo la cama
Soy horrible. Huí de casa a corta edad para no tener que soportar el dolor de mis padres cada vez que alguien me insultaba o se reía de mi y ver que no podían defenderme. Desde entonces he ido recorriendo miles de lugares, buscando algún sitio donde poder quedarme sin molestar a nadie. Pero cada vez que me acercaba a algún lugar habitado, todo el mundo reaccionaba igual. Se asustaban, no escuchaban lo que trataba de decirles.
Traición
Por eso te extrañó tanto verla aparecer otra vez. Habíais decidido conservar la amistad tal y como fue alguna vez, pero sabíais que era imposible fingir que nada había sucedido. Una traición nunca es fácil de olvidar, y más cuando sabes que había sido premeditada y con alevosía. Y que a sabiendas de que aquello os estaba envenenando, había decidido continuar traicionando. Al principio cuesta desentenderse de todo y seguir caminando.