Abismo

Te habían prometido que estaba ahí. Dudaste un poco, pero te asomaste. Sin embargo, lo que encontraste no era lo que esperabas. Y aquella negrura tan densa y terrorífica te dejó paralizado, sin ser capaz de apartar los ojos. Intentas parpadear, pero no eres capaz, no puedes apartar la mirada de esa monstruosa imposiblidad. Pierdes la noción del tiempo y tu cuerpo está tan inmóvil que empieza a doler. Una mano te agarra de la cintura y tira para atrás.

Ojos azules

-La vida no tiene sentido. – Se deja caer en la silla y me mira sonriendo – Y eso es lo que la hace tan extraordinaria. Nunca sabes por dónde va a salir, pero hoy parece que se ha levantado de buen humor. Eso está bien. -He mirado a la muerte a los ojos, ¿sabes? A veces me cuesta seguir su hilo de pensamiento. Pero me gusta escucharla, suele darle un toque extraño a las reflexiones más sencillas.

En noches como esta

Acaricia las dos cicatrices de su espalda. Una vez le preguntó que cómo se las había hecho y ella, riendo, le contestó que son las marcas que dejaron sus alas de ángel cuando la expulsaron del cielo. Tampoco importa, seguramente sería de algún accidente que tuvo que le avergüenza contar. Se revuelve en el sueño y abre los ojos. -¿Todavía despierta? -Ya sabes, me cuesta dormir. La abraza y sigue durmiendo.

Huida

El corazón se le va a salir del pecho. No sabe cuanto tiempo lleva corriendo a ciegas, en la oscuridad, intentando no perder la orientación. Tiene los brazos y las piernas llenos de heridas de las múltiples caídas entre ramas y raíces. El tobillo derecho está inflamado y le duele al apoyarlo, seguir corriendo ha dejado de ser una opción. Al menos el bosque queda a su espalda y ya no escucha a sus perseguidores.

Una insignificante y pequeña historia

Al principio todo iba bien. Se conocieron, se enamoraron y caminaron de la mano en la misma dirección. Un día, ella le preguntó por esa maleta que siempre llevaba a cuestas. -No te preocupes. Es mi carga, yo la llevaré. -La llevaremos juntos. Y sonriendo, siguieron caminando hacia el inalcanzable horizonte. Aquí es donde terminaría la historia, comiendo perdices o celebrando una boda por todo lo alto. Pero esas historias no son reales.

El día que el sueño termina

-No lo entiendo, ¿por qué? -No hay un por qué. Simplemente es asi. –Me trajiste hasta aquí. ¿Por qué? -Eras necesaria en el engranaje. Así es como funciona. Mañana será otro día. -No tiene sentido. Tanto esfuerzo para nada. -Somos criaturas del inframundo. No podemos permitirnos encontrarle un sentido a todo lo que tenemos que hacer.

Mereces un amor

Frida Kahlo, ese descubrimiento: “Mereces un amor que te quiera despeinada, con todo y las razones que te levantan de prisa, con todo y los miedos que a veces no te dejan dormir. Mereces un amor que te haga sentir segura, que pueda comerse al mundo si camina de tu mano, que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel. Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada vez que mira tus ojos, y que no se aburra nunca de leer tus expresiones.

Maldita sea

Y la montaña nunca baja. No importa cuanto se esfuerce o lo rápido que intente terminar. Siempre quedan cosas por hacer. Lo urgente se pone por delante de lo importante. Respirar, comer, dormir, ¿a quién le importan? La vida pasa corriendo a su lado, sin tocarle. Se ríe de él. Ya no recuerda cuantas veces se ha quemado por poner la mano en el fuego. Cicatrices dolorosas que se empeñan en desfigurarle, ¿a quién le importan?

Lucidez

Siempre ocurre de la misma forma. Estamos hablando, probablemente hay más gente alrededor participando en la conversación. Pero todos callan cuando por fin me doy cuenta de cual es el problema que lleva un rato molestándome. La miro a los ojos. Ella me mira, tranquila, sonriente. Sabe lo que voy a decir a continuación. -Esto no es posible. Asiente. A nuestro alrededor todo está en silencio. Incluso los objetos a nuestro alrededor parece que empiezan a desvanecerse.

Silencio

Acaricia la caja de pandora, pero no se atreve a abrirla. Silencio.