Ella
Era ella. Exactamente igual que todos los días. Quedó paralizada mirando aquella imagen. Llevaba años viéndola en los espejos, todos los días, al lavarse la cara por la mañana, al desmaquillarse por la noche, al pararse en los escaparates, en el ascensor, en todas partes. Pero realmente nunca se había parado a mirarla. Era ella. Tal y como había sido siempre. Pero esta vez había algo diferente. Mientras se miraba, empezó a recordar años atrás a aquella niña que, como todas las niñas, montaba castillos con una baraja y soñaba con un príncipe azul que llegaría en su blanco corcel para reinar juntos en un castillo de chocolate.
Carga
-Suéltalo. -No. -Suéltalo te he dicho. -No puedo. -Claro que puedes, sólo tienes que dejarlo caer. -Pero entonces… caerá. -Eso no es asunto tuyo. -Yo puedo sostenerlo. -Puedes sostenerlo ahora, pero ¿por cuánto tiempo más? -Sólo un poco más. -Es un peso muerto. -¡¡No!! -No seas tonta y suéltalo. ¡Vamos! -Si lo suelto entonces ya no tendrá remedio. -Tú no puedes sacarlo de ahi tú sola. -Ayúdame tú. -No voy a ayudarte y lo sabes.
De qué sirve el destino, si no podemos cambiarlo
-Pero tú has vivido el futuro, lo sabes. Podrías decirme algo, darme una tranquilidad. -¿Una tranquilidad? Si te dijera que todo esto acabará dentro de un tiempo, ¿podrías vivir con ello? No, vivirías contando los días hasta que caducase. No podrías disfrutar de lo que te queda, estarías más pendiente de esa cuenta atrás que de disfrutarlo realmente. Y si te dijese que esto no tendrá fin, entonces acabarías descuidándolo, olvidándolo en la tranquilidad de quien sabe que tiene el poder.
La balada de la Trama Fantasma
Eran dos DTEs que se conocían desde que uptime era cero y jiffies cabía en un unsigned char. Conectadas mediante un switch de nivel tres, se divertían comprobando el TTRT. Jugaban al ping y pong, se mandaban paquetes encriptados gpg y peleaban por la ocupación del canal, siempre jugando dentro del dominio de colisión, donde sabían que estarían seguras, lejos de los perversos servidores que habitaban más lejos, donde el dominio de broadcast llegaba a su fin.
Al fin, venganza
Ahora ha llegado mi turno. Es el momento de cobrar infortunios pasados. El momento de saciar mi sed de venganza. El momento de demostrar que yo también soy alguien a quien respetar. El momento de que todo el mundo conozca mi poder. He pasado demasiado tiempo esperando este instante. Esperando que llegara la hora en que alguien inclinase su cabeza ante mi. Que los débiles y los desamparados tiemblaran al verme aparecer.
El estrés lo supero…
… y de pronto, destornillador en mano, abrió la puerta del coche y se dirigió a la aglomeración de delante. Rápido pero certero, fue decorando los coches que atascaban la avenida. Antes de que nadie pudiera reaccionar, había vuelto a su coche y con un giro de 180 grados, se desvanecía en el horizonte.
Una llama en la oscuridad
Después de interminables intentos, consigo volver a encender la luz. A mi alrededor veo unas pocas caras asustadas que se apresuran a acercarse. Poco a poco se van relajando y tranquilizando y consigo mantener la llama constante. A lo lejos algunas figuras hacen gestos que no puedo reconocer. Pero sé que no tengo que hacerles caso. Tuve suerte de conseguir que alguien me enseñase a encender hogueras. No sé cómo hubiera soportado tanta oscuridad a mi alrededor.
Réquiem por un blog
A veces paseo entre los blogs abandonados. Normalmente no espero encontrar gran cosa, pero me gusta volver a pasar por lo que una vez me gustó ir a leer. No acostumbro borrar antiguos blogs de mis favoritos. Para ellos tengo una carpeta especial, una especie de cementerio de elefantes, donde voy pasando aquellos blogs que cierran sus puertas. Y cuando me pongo nostálgica, me gusta volver a leer entradas antiguas, quizás comentando algo que antes no se me ocurrió.
Escalera
A lo mejor es que es cíclica. Eso ya lo ha pensado muchas veces. Una escalera redonda, que da la vuelta. Intenta dejar alguna señal pero es incapaz de hacer marcas en el frío hierro. Alguna vez ha conseguido hacerse una herida e intentar pintarla. Pero la sangre seca también se escama y cae sin remedio. Así que abandona la idea y sigue adelante. Pero ¿qué es adelante? ¿Arriba o abajo?
Una no historia con un final tampoco triste
Es como sentir un disparo. Al principio te quedas paralizado, estúpido, mirando un agujero que ahora adorna tu pecho y del que emana la sangre fresca. El dolor aún no ha llegado hasta tu cerebro cuando con dos dedos temblorosos tocas el redondo agujero que ha dejado el proyectil. Lo miras sin comprender, o quizás sin querer comprender. No es hasta el segundo disparo que tomas verdadera conciencia de lo que ocurre.