Y el hombre se transformará en bestia…
“El trabajo es muy sencillo: te daremos una serie de localizaciones y tú vigilarás. Cuando aparezca una de estas bestias, acabas con ellas.” “¿De dónde han salido?” “Eso no importa. Son bestias que hay que exterminar por el bien de la humanidad. Nosotros te pagamos y tú te encargas de ellas.” “Correcto” “Cada vez que liquides a alguna, traes un trofeo y te daremos el dinero.” “Y cuando termine tendré…”
Recuerdo
Ayer te vi, como siempre, delante de la puerta del instituto. Al principio no me sorprendió, me pareció tan natural que sentí que el tiempo no había pasado, que no había ocurrido nada desde entonces. Y es curioso porque tenías exactamente la misma cara, a pesar de haber pasado tantos años. Me miraste, quizás porque yo te miraba, y me pareció ver que detrás de esa mirada, algo se encendía, no sé, quizás un recuerdo.
Apocalipsis
Densas llamaradas iluminan a los dos amantes, que se miran fijamente a los ojos, ajenos completamente a la destrucción. El universo entero cae por momentos, pero ellos están absortos en su intercambio de miradas. Nada les importa salvo que están juntos, al fin, después de todo. Con una mano temblorosa acaricia su pelo mientras le susurra suavemente, con dulzura. Su voz se pierde en el estruendo que les rodea. “¿Te das cuenta que has tenido que imaginar un escenario completamente apocalíptico para poder vernos juntos?
El secreto está en la masa
Siempre quiso ser normal, estar integrada. Quería ser una más, sentirse parte de algo más grande. Se despertaba por las mañanas con la ilusión de fundirse entre los demás como si nada les separase. Cuando por fin lo consiguió, se dió cuenta de que se había vuelto vulgar, sosa, predecible. Estaba vacía y seca. Se había vuelto uno más, entre tantos.
El mundo en un momento
Por si no lo sabías, el universo acaba de ser creado. Todo lo que tú consideras que son tus recuerdos, no son más que implantes que se te han colocado para que creas que llevas viviendo toda tu vida. Pero no es cierto. Acabas de ser creado, junto con el universo. Es que el dios que nos ha tocado es un dios con un sentido del humor un tanto extraño. Le resultaba incómodo eso de tener que estar mirando durante millones de años cómo unos microorganismos interactuaban entre sí antes de poder empezar a observar a seres más o menos complejos.
El problema de ser atea
El problema es muy sencillo: un día descubres que la vida no tiene sentido. Sería bonito que existiera un destino que cumplir, unos objetos, unas metas. Pero la verdad es que no hay más meta que la que te autoimpongas tú mismo. Estaría bien poder decir que tienes algo que hacer, pero es que no hay nada que realmente tengas que hacer. La vida no tiene sentido ni valor, al menos no más que el valor con el que tú quieras especular.
Tejiendo el destino
Camina por detrás del viejo, por un angosto pasillo lleno de humedades. No sabe bien de dónde viene la luz, pues no hay ventanas ni lámparas. Tras un tiempo indeterminado, el viejo para delante de una puerta de madera, en un sorprendente buen estado. Se gira y la mira, con sus cuencas vacías. -Es aquí. La habitación es grande, tan grande no se alcanza a ver el fondo. Un murmullo de miles de tejedoras resuenan por las paredes.
Cuando no queda nada
No sabes cuando ocurrió. Pero un día, te levantaste y no tenías nada dentro. No sentías nada, sólo el frío que salía de tu interior. Quisiste taparlo, pensar que era sólo algo transitorio. Pero cuando pasan los días y sigues sin sentir nada, empiezas a recordar, que esto ha venido poco a poco. Gastaste toda tu energía y tu pasión en los demás y no dejaste nada para tí. Creíste que era infinito, que era algo que no podría acabarse nunca.
A veces me canso de ser fuerte
A veces me canso de ser fuerte. De ser a quien todos miran cuando hay un problema. De ser el hombro en el que lloran los demás, el que siempre encuentra la solución al problema. Me canso de tener que soportar todo este peso sobre mis hombros, de no poder descansar, de saber que si yo me derrumbo, todo lo demás acabará por caer. Sé que yo me lo he buscado, que esta confianza y esta responsabilidad la he ido labrando con mis propias manos, sabiendo a dónde me encaminaba.
¿Te reconoces?
Se deja caer en el sofá, cansado tras un largo día de trabajo. No se molesta en poner la televisión, ni tampoco en coger un libro. Hoy no tiene ganas de nada. Pone los pies encima de la mesa y cierra los ojos. ¿Por qué no consigo sentirme a gusto? ¿No lo tengo todo? La vida me ha tratado bien, casi como si realmente hubiera ahi arriba alguien que me cuidase.