A las puertas del cielo
-Creo que tu caso no tiene discusión. Estarás de acuerdo conmigo en que el infierno es tu única opción. -No. -Ah, ¿no? -En absoluto. -¿Entonces? -Creo que deberías enviarnos a todos de vuelta a la Tierra. -Una curiosa propuesta. -¿Tuve culpa yo de no creer en ti? ¿Tuve culpa de que crearas el ateísmo y que yo resultase ser una de sus más fervientes expresiones? -¿Me culpas a mi de tus errores?
Último suspiro
No fue tan difícil como creía. Llevo semanas, meses preparándolo todo. Eligiendo la fecha, la hora, el lugar. Hasta el vestido que llevo puesto. Y ahora, ha llegado el momento. No tengo miedo. Una paz y una serenidad que no experimentaba desde hace años me invade completamente. Al fin puedo elegir. Los últimos días fueron los más extraños. Preparando cartas para enviar. Mis últimas palabras. Retocando cada detalle. Colocando todo en su sitio.
Amiwito
Esta me salió larga (pensaba escribir un libro entero, pero mejor dejarlo en relato corto que en nada) pero me siento bastante orgullosa… por lo menos en la idea. El estilo escrito es otra historia… Me observa en silencio, sentado frente a mi. Nos conocemos demasiado bien, no necesitamos de gestos para entendernos. Una simple mirada basta. Pero a pesar de todo, necesito expresar lo que siento en voz alta.
Cavando
Sigue, sigue cavando, sacando tierra para poder escapar. Cuando ya hay bastante tierra, continúa construyendo la escalera. El problema es que mientras construye los escalones superiores, los escalones inferiores se van deshaciendo bajo el sol abrasador. Tiene que parar, mojarlos, remoldearlos, volverlos a aplastar. Y cuando termina de salvar los primeros escalones, los escalones de arriba empiezan a desmoronarse. Pero tiene que conseguirlo, es necesario que construya la escalera. Y debe hacerlo con sus propias manos, porque no tiene nada más.
Cochinillos
Todos esperábamos con impaciencia la llegada del camión. Procurábamos estar bien gorditos y relucientes para entonces. Un paseo al Paraíso… Yo aún era muy pequeño para subir, pero mi madre hacía unas cuantas lunas que había subido al camión. Se despidió de mi con un guiño y me susurró al oido que pronto me reuniría con ella, que no dejara de comer y que pusiera ojillos tiernos cuando se me acercara el Ángel.
Aferrados a la nada
-Está loco, no os acerquéis a él. -No entiendo cómo no se cae. Si yo me soltara, caería sin remedio. -Porque está loco, por eso. En cualquier momento caerá. -Se le ve tan feliz, tan despreocupado. -No, seguro que tiene un pacto con el Diablo. No puede ser bueno. Mejor ir bien agarrado. -¡Miradlo, está saltando! -¡Madre del Amor Hermoso! ¿No tiene sentido común! -Pero sigue ahí, no se cae. No lo entiendo.
Niebla en el bosque
Había oido miles de historias acerca del fantasma del bosque. Sobra, la llamaban, la Reina de los Cauquitos, aunque nadie estaba seguro de por qué la llamaban así. El caso es que yo, Gañán de los Jurtos, decidí ir a buscarla. Nadie la había visto, pero todos coincidían en que era de una belleza extraordinaria. Estaba dispuesto a demostrar que no existia. Y que si existía, no era tan fantasma como todos pensaban.
Hasta siempre
Caes al suelo. Intentas frenar la caida con tus manos, pero tus brazos flaquean y tu rostro golpea el suelo. No entiendo por qué no siento nada en este momento. Sé que debería sentir alguna emoción. Pero el verte vencido me paraliza, me bloquea. Hace un momento aún tenías alguna esperanza, pensabas que quizás pudieras vencer. En tus ojos brillaba esa luz que siempre te acompaña cuando manejabas la espada. Tus movimientos, tan ligeros, tan suaves, pero siempre tan peligrosos.
Entre vaso y vaso
-Dile al camarero que me de otra de estas. Aún sigo recordando. -¿De qué te servirá olvidar esta noche si mañana cuando despiertes todo seguirá igual? -Mañana la resaca me habrá matado. -¿Por qué no le dijiste nada? -¿Y amargarlo? No, gracias. Él es feliz amándola. Yo seguiré sonriéndole y animándole a ser feliz. -Eres una cobarde. -Eso ya lo sabía. -Sigo pensando que tiene derecho a saber que le quieres.
Ángeles y Dioses
-¿Dónde estoy? -Has vuelto a casa. -¿Quién eres? -¿No sabes quién soy? Soy tu peor enemigo, tu pesadilla, tu dios, tu odio eterno. El que te ha hecho sufrir toda tu vida. Todas tus vidas. -No lo entiendo… -Déjame abrir tu memoria y enseñarte tus propios recuerdos. Dime, ¿tampoco recuerdas quién eres? -¿Quién soy? -Fuiste un ángel en la corte celestial. El único ángel que nunca se dignó a reconocer la superioridad de su dios.